Otoño de 1941. La tripulación del U-96 celebra su último día en tierra en La Rochelle, Francia. La exaltación de los hombres no es más que el reflejo del miedo a la próxima misión, que podría ser la última. El corresponsal de guerra, el teniente Werner, no comprende la aparente alegría, ya que aún no conoce la crueldad despiadada de la guerra en un submarino abarrotado.

La tripulación del U-96 ha estado patrullando el suroeste de Irlanda durante días. La monotonía, la inactividad y el aburrimiento a bordo se transforman en agresividad. Un mensaje sobre un convoy cambia el estado de ánimo de la tripulación. De sorpresa, emerge un destructor, que caza al submarino con cargas de profundidad...

El U-96 se encuentra con un convoy y hunde tres cargueros con sus torpedos. Luego comienza una persecución de 24 horas del submarino con dos destructores lanzando cargas de profundidad. El teniente intenta escapar a 230 metros de profundidad. El final del U96 parece haber llegado.

El U-96 ha sido enviado al Mediterráneo. Tras hacer aprovisionamiento en la localidad española de Vigo, comienza el viaje a Gibraltar. Un ataque de la aviación durante un rastreo nocturno y los barcos británicos merodeando la zona obligan al U-96 a sumergirse a 280 metros de profundidad, el submarino golpea el fondo del océano.

El submarino está gravemente dañado y se encuentra en el fondo del océano a una profundidad de 280 metros. A pesar de la situación aparentemente desesperada, la tripulación comienza con el trabajo de reparación y se atreve a intentar emerger. Después de una extrema tensión, el U-96 finalmente se separa del fondo del océano...